Hoy quiero compartir contigo, desde mi experiencia como madre, los 10 mandamientos de la bimaternidad, esas pequeñas guías que me sirvieron cuando nació mi segundo bebé y que me han ayudado a navegar el caos y la belleza de tener dos hijos.
Mucho se habla de lo mucho que te cambia la vida cuando te convierte en madre/padre, pero poco o nada se habla de lo mucho que te la vuelve a cambiar con la llegada del segundo.
En estos dos años de crianza con mi segundo hijo, me he dado cuenta que su llegada nos descolocó muchísimo más de lo que nosotros pensábamos. Y es que, justo cuando crees que lo controlas casi todo, todo parece cambiar de nuevo, como si el manual de instrucciones que creías haber dominado ya no tuviera la misma validez y hubiera que reeditarlo.
Un día que estaba creativa empecé a redactar los que deberían ser esos mandamientos que debería recordar siempre en este nuevo camino de la bimaternidad. Mandamientos que me ayudaran a soltar un poco esa presión que me autoimponía injustamente. Poco a poco fui completando la lista y a día de hoy, me los he leído tantas veces que ya me la sé casi a memoria.
Decido compartirlos con vosotros, con todo mi cariño del mundo, porque creo que las mamás y papás de dos (o más) también tenemos un desafío y un trabajo interior muy importante por hacer, y entender que hay una oportunidad para crecer, soltar y amar de forma diferente no siempre es tan fácil ni automático como se cree. Ahí van ;-)
1. No te sentirás culpable por no darle al mayor la misma atención que antes.
Recuerdo que embarazada de mi segundo bebé, me hice un esquema mental de cómo podría "dividirme" a la hora de dormirles... Tenía clarísimo que conseguiría estar con los dos de una forma u otra y que no dejaría de darle a mi mayor el tiempo previo a acostarse que a ella tanto le gustaba.
Con el tiempo no tuve más remedio que aceptar una nueva realidad. Y es que a la pregunta "¿Cómo puedo dividirme?", la respuesta es simple: no puedes. La vida cambia con la llegada del segundo hijo pero no sólo para los padres, también para el hermano mayor, y el reloj sigue teniendo las mismas horas. No te castigues por ello, es parte de la magia de la bimaternidad.
2. Aceptarás que los momentos de exclusividad son limitados
Esos instantes especiales a solas con cada uno de tus hijos serán menos frecuentes de lo que te gustaría, y estarán condicionados por las circunstancias. Pero cuando lleguen, aprovéchalos al máximo. Un minuto de calidad a veces vale más que horas de presencia sin conexión real.
3. No te sentirás culpable por no darle al segundo el mismo tiempo de juego que al primero
Me costó aceptar que mi segundo hijo crecía a la velocidad de la luz casi sin darnos cuenta de sus pequeños hitos del desarrollo. No hacía más que recordar lo diferente que fue con nuestra primera hija y sin darme cuenta me sentía culpable por ello.
Tu segundo hijo no vivirá la misma realidad que vivió el mayor, y está bien. Las dinámicas cambian. Tu pequeñín estará rodeado de un ambiente familiar diferente, y aprenderá de sus propias experiencias con su hermano o hermana. Acepta que las situaciones serán distintas, pero igual de valiosas.
4. No te frustrarás por no repetir la “crianza perfecta” del primero
Recuerda que la perfección es un espejismo, y no importa si la alimentación, las rutinas de sueño o las actividades no son idénticas a las que le disteis al primero. Las bases de vuestro estilo de crianza siempre seguirán aunque esta segunda vez esté lleno de excepciones y a veces haya algunas incoherencias que te den mucho dolor de cabeza.
Además, ocurrirá que hiciste cosas con el primero que te parecieron maravillosas y que quieres repetir pero resulta que por ser un niño diferente no puedas aplicar la misma fórmula o bien sean las circunstancias familiares las que ahora te impidan hacerlo igual.
Una vez más, respirar y permitirnos ser imperfectas/os dejando que las cosas fluyan para disfrutar del proceso.
5. Aceptarás que la familia “feliz y perfecta” no es una realidad constante
Una de las cosas que más me costó sin duda los primeros meses, fue aceptar que no siempre podíamos estar los cuatro juntos, que era lo que a mí más me apetecía en esos primeros meses.
Ha habido y sigue habiendo muchas situaciones en las que tenemos que separarnos y salir de casa por caminos opuestos porque las necesidades de ambos son muy diferentes.
Nada de eso me lo había imaginado. De repente me encontraba sola con el bebé en casa, en medio de sus rutinas de baños y tomas antes de dormir, y mi mayor en cambio disfrutando de un cumple con sus amiguitos acompañada por su padre (y sin mí).
Pues sí. Muchas veces, tendrás que dividirte con tu pareja, y eso no significa que no exista unión familiar ni que no seais un gran equipo, sino justo lo contrario.
6. No compararás los hitos de desarrollo del segundo con los del primero
Tu bebé no tiene por qué seguir el mismo camino que su hermano o hermana. Cada uno es un ser único, con su propio ritmo y personalidad. Esto lo hemos oído muchas veces pero ponerlo en la práctica es bien distinto.
Abandona las expectativas, deja que se desarrollen a su manera, y disfruta del viaje, sin la presión de cumplir plazos.
7. No pensarás que tu hijo mayor echa de menos "los viejos tiempos"
A veces, la nostalgia te juega malas pasadas.
Pero ten presente que probablemente tu hijo mayor está feliz con su nueva realidad y si se trata de un niño pequeño es poco probable que recuerde tiempos pasados en los que erais solo tres. Ellos están aquí, presentes, disfrutando de su nuevo rol de hermano o hermana mayor.
8. Te dejarás sorprender por la crianza del segundo bebé
Aunque creas que ya lo sabes todo sobre bebés, este nuevo ser vendrá a demostrarte que siempre hay más por aprender.
Permítete sorprenderte, déjate enseñar y estar abierta a lo inesperado. La maternidad es un continuo descubrimiento, con cada hijo que llega.
9. Abandonarás la idea de control
Quién dijo eso que dos hijos no es el doble de uno estaba muy en lo cierto. Los primeros meses de la bimaternidad tenía la sensación de que el trabajo se había cuadriplicado y me costaba entender como era posible.
Ahora lo entiendo mucho más: la paciencia se agota, la energía física y mental se debilita y todo cuesta muchísimo más cuando estamos física y mentalmente agotados.
No, no tienes que controlarlo todo. Habrá días en los que simplemente tendrás que dejar que las cosas sean. A veces, lo mejor es soltar y permitir que el caos se desenvuelva por sí solo. Al final, todo se reorganiza de alguna manera.
Habrá caos, gritos y momentos en los que todo parecerá estar fuera de control. Pero es en ese caos donde también nacen los recuerdos más bellos.
10. Recordarás que estás haciendo lo mejor que puedes
Y eso es suficiente. No hay una fórmula mágica, ni un plan perfecto. Lo que estás haciendo, con el amor y la entrega que das cada día, es más que suficiente. No te olvides de recordártelo cada noche.
En este maravilloso viaje que es la bimaternidad, he aprendido que lo más importante es ser amable con una misma. Estos "mandamientos" no son reglas rígidas, sino recordatorios para fluir, para permitir que el amor y la paciencia guíen nuestros días. Porque, al final del día, lo que más recordarán nuestros hijos no será cuántas cosas hemos hecho a la perfección, sino cuánto los hemos amado.
Con cariño,
Mara ;-)